Las crisis como oportunidades en nuestras familias
Todos hemos vivido diferentes situaciones de crisis en todo tipo de ámbitos, ya que éstas son parte inherente de la vida. Entendemos la crisis como una situación que nos exige realizar un cambio. Sin embargo, los movimientos que realicemos no siempre hacen que se resuelva satisfactoriamente.
Es interesante como en chino la palabra “crisis” está formada por los caracteres Wei “peligro” y Ji “oportunidad”, lo que equivaldría a ver la crisis como una oportunidad peligrosa, pero ello no implica que necesariamente deba evitarse.
En las familias vivimos constantes crisis. Cada cambio en el desarrollo: el inicio de la vida en pareja, el decaimiento del amor romántico, el tener hijos, los terribles dos, la adolescencia, etc. son situaciones en las que hay un aumento de la tensión y nos exige acomodarnos a una nueva realidad.
Por otra parte, es importante recalcar que cada familia es distinta, y lo que para una es fuente de tensión, otra lo puede vivir sin tanto estrés. El tamaño de la crisis va en función del escenario particular que atraviesa la familia, su historia, sus recursos, valores, estilos de relación, etc.
La pandemia generó una crisis mundial que ha impactado a nuestras familias
Las repercusiones de las medidas de distanciamiento social hacia el exterior y la mayor convivencia al interior de las casas; la incertidumbre en la que hemos estado inmersos respecto al regreso a clases y a los trabajos; la situación económica complicada en muchas cabezas de hogares; los planes de celebraciones como bodas, entre otras, han generado un estrés adicional a las situaciones que ya estaba viviendo cada familia.
Digamos que esta crisis mundial vino de fuera a potenciar las crisis internas que ya estaban presentes o a disparar las que estaban latentes.
Al tratarse de una amenaza externa, tuvimos que reagruparnos y reorganizarnos como miembros de un sistema. Gran parte de las familias lo han podido hacer de forma exitosa y hemos escuchado muchas historias donde se incrementó la solidaridad y apoyo entre los miembros, hubo menos prisa, mejoró la comunicación, se simplificó el estilo de vida, etc.
También se ha dado junto con la mejora en este reacomodo, situaciones más complicadas cuando un miembro ha estado enfermo o ha perdido la vida, cuando han aumentado los conflictos, disparándose la ansiedad, depresión u otros problemas como alcoholismo, violencia, etc. En muchas ocasiones, aquí hemos intervenido los profesionales de la salud mental para trabajar en las estrategias de manejo.
En general, he observado que la clave para manejar exitosamente las crisis está en ser flexibles y poder cuestionar nuestras creencias, las formas en las que hemos actuado hasta el momento, y ser creativos para hacer ajustes y aventurarnos a nuevas posibilidades de acción.
Algunas recomendaciones para manejar las crisis en la familia
- No temer las crisis. Observar si nos asustan los cambios y por tanto los demoramos, evitamos o incluso, castigamos. A veces por una exigencia hacia dentro de la familia o proveniente de los grupos sociales a los que pertenecemos, pensamos que deterioramos la imagen de la familia por vivir situaciones complicadas. Estar abiertos a enfrentarlas y probar cosas nuevas es un buen primer paso.
- Identificar qué es lo que está generando tensión en nuestra familia. Definir la crisis nos lleva a comprenderla y planear una estrategia para atravesarla.
- Ver si es una crisis propia del desarrollo y podemos buscar ayuda con nuestro grupo cercano que está pasando por lo mismo; si es una crisis provocada por algo externo y necesitamos unirnos para enfrentarlo, o si es una crisis recurrente que explota cada cierto tiempo y por tanto no lleva a un cambio y nos conviene buscar ayuda profesional para desatorarla.
- Como padres de famila nos toca tomar la iniciativa para resolver las crisis. Podemos platicar de forma individual con cada miembro. Una práctica útil es imaginar lo que el otro está pensando, sintiendo y buscar entender qué es lo que lo lleva a actuar de determinada forma, para poder expresarle nuestra preocupación y empatía.
- Tener una comunicación asertiva, es decir, transmitir nuestro sentir o pensar de forma oportuna, clara, respetuosa, directa, tomando responsabilidad, sin echar culpas o agredir al otro o, por otra parte, quedarnos callados y ocultar cuestiones que nos molesten o preocupen.
- Centrarnos en el momento presente, ubicar la crisis actual y no sacar a relucir conflictos del pasado.
- No buscar culpables. Sino centrarse en la tarea real y prioritaria de comprender la situación y resolverla. Hay una frase de Bob Beavers en Successful Marriage “La culpa es útil si no dura más de cinco minutos y produce algún cambio de conducta”.
- Si es pertinente, se pueden realizar juntas familiares para presentar las situaciones que conciernen a todos los miembros y buscar soluciones en conjunto.
- Resaltar los aspectos de crecimiento que ofrece el reto que se está presentando, pues una crisis siempre nos trae oportunidades.
*Parte de la información presentada en este artículo fue tomadas del libro de Frank S. Pittman III (2012) “Momentos decisivos. Tratamiento de familias en situaciones de crisis” España: Paidós.