“Atlantique”, recuerdos que son presagios
(Aviso: Contiene spoilers)
“El destino no es ciego,
sus resoluciones fatales obedecen a una armonía
todavía inaccesible para nosotros,
a una felicidad superior oculta en las sombras.”
Horacio Quiroga
La película “Atlantique”, de la directora franco senegalesa Mati Diop –primera mujer negra en recibir el Gran Premio del Jurado en Cannes en 2019—presenta una historia de amor frustrada por las condiciones sociales de desigualdad, y enmarcada en un contexto de pobreza, corrupción y machismo. Uno de los hilos conductores de la historia es la injusticia que viaja tanto en el amor obstaculizado por los matrimonios arreglados, como en las precarias condiciones de trabajo de las clases más desfavorecidas en Senegal que empuja a los jóvenes a emigrar a Europa.
El filme, ubicado en Thiaroye, una comunidad de pescadores de Dakar y hablado en wólof, lengua de la región, presenta un realismo mágico con influencia africana mezclando elementos tribales/fantasmales/religiosos distintos a los encontrados en el mismo género en películas latinoamericanas, como “La casa de los espíritus” de Isabel Allende o “Como agua para chocolate”de Laura Esquivel o incluso el europeo, con “Lazzaro Felice” de Alice Rohrwacher (también presentada en Netflix).
En esta cinta, la mezcla de realidad y fantasía –esta última íntimamente ligada a la cultura africana—resulta muy interesante para realizar la crítica al sistema social y económico senegalés, que no dista de la realidad de muchos países en vías de desarrollo. Por un lado, las escenas situadas en la intimidad de las calles y las casas de la ciudad, nos ubican en el plano físico y objetivo. Por otro, el recurso de la magia pareciera indispensable para poder cerrar el círculo de la historia que, a nivel de lo real, no parece posible.
Con cerrar la historia, me refiero a encontrar una solución radical a las problemáticas presentadas: una boda forzada, el abuso de los trabajadores a quienes deben cuatro meses de sueldo, las pocas oportunidades de crecimiento cuando las condiciones sociopolíticas y religiosas los mantienen estancados. Aquí se repite una especie de arquetipo, donde los muertos regresan a terminar asuntos pendientes. Es una venganza que no espera la justicia en el más allá, que no se conforma con una historia imposible como Romeo y Julieta, sino que toma acción inmediata para resolver problemas eternos y tan extendidos como el mar que se presenta ante ellos.
Ada actúa por todas las mujeres que no pueden hacerlo; Souleiman (o Salomón, nombre proveniente del hebreo Shalom, que significa paz) y sus compañeros, toman acción por todos los hombres esclavizados por una situación de explotación que poco pueden hacer para cambiar, así como la búsqueda de la reinvindicación de sus vidas a través del honor a su muerte.
En la película, el primero en actuar su revancha es Souleiman, el amor imposible de Ada, quien está próxima a casarse con un joven rico. Inmediatamente después de la muerte de Souleiman en el mar –donde junto con un grupo de jóvenes emigran a España en una balsa, buscando encontrar una mejor vida—se celebra la boda donde misteriosamente se incendia la cama matrimonial durante el mismo festejo nupcial. La investigación policiaca, a pesar de iniciar señalando a Ada como la principal sospechosa, revela que quien prendió fuego fue el mismo oficial que estaba investigando el caso, mientras se encontraba poseído por el joven muerto.
No solo él poseyó a alguien más para conseguir su objetivo, en este caso quizá ayudar a Ada a liberarse de un triste destino, sino que todos los demás jóvenes muertos en el naufragio toman por las noches posesión de sus novias, al estilo de “Ghost, la sombra del amor”, para exigir justicia al patrón explotador.
Algo interesante es que estas mujeres poseídas por sus novios, presentan sus ojos velados, dando la impresión de estar ciegas. Esta impresión de ceguera, además de indicar la posesión espiritista, me hizo pensar que puede representar a aquellos a quienes, la situación en la que viven no les permite ver más allá de su corta realidad, y deambulan como “zombies” trabajando día con día sin una aspiración mayor que sobrevivir.
En este sentido, esta película nos permite ver la problemática que empuja a ciudadanos africanos a arriesgar su vida al emigrar a Europa, pues generalmente nos toca ver el análisis europeo y en esta ocasión se brinda voz y protagonismo a quienes viven la otra parte de la historia. En lo personal, me permitió comparar y constatar la similitud con lo que lleva a muchas personas en México y Centroamérica a emigrar a Estados Unidos.
El Atlántico es testigo de este devenir, apareciendo repetidamente en un primer plano en distintas tonalidades y movimientos, convirtiéndose en otro personaje más. Simboliza esperanza y vida, pero también peligro y muerte. Se encuentra el cielo abierto y sin límite sobre un mar que oculta en sus profundidades una realidad oculta y misteriosa que llama a aventurarse en él. El mar representa la esperanza de un futuro mejor y la desesperanza de lo perdido para siempre.
Dentro del tema de la situación de opresión hacia las mujeres, se abordan varios aspectos. Por un lado, en un contexto capitalista, se presenta la negociación y compra de mujeres por hombres ricos para desposarlas, siendo aceptado y promovido por las familias que ven esta oportunidad de oro para ascender socialmente. Asimismo, vemos el valor de la virginidad como requisito para ser digna de un buen matrimonio, antes que cualquier otro atributo. Finalmente, de una bella manera, se destaca la sororidad de las amigas de Ada buscando lo mejor para ella, desde las que animan su matrimonio como las que la apoyan para que logre alejarse de una situación que claramente ella considera insoportable, retando las enseñanzas del Islam y las costumbres sociales dictadas por las leyes político-religiosas.
Como resultado de los eventos fantásticos que alteran la trama prevista en la historia, finalmente vemos la liberación de Ada del yugo de un matrimonio arreglado, pudiendo vivir, al menos por una noche, el amor de Souleiman y empezar a ser dueña de su destino trabajando para ser una mujer independiente. La historia cierra un mensaje de empoderamiento a esta mujer que representa a tantas, e invita a la reflexión: “Algunos recuerdos son presagios. El de anoche vivirá conmigo para recordarme quién soy y mostrarme quién seré. Ada, la dueña de mi futuro. Soy Ada”.