Sobre “La cabeza de mi padre” de Alma Delia Murillo

 en Psicología clínica, Psicología social
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Escribir es una forma de cerrar historias inconclusas, cuestionar mitos, develar secretos y amarrar los hilos de las narrativas familiares que dejan una explicación inconexa y muchas veces, sin sentido. Escribir es una forma de integrar lo escindido, lo que está descompuesto, desarmado, abierto y sangrante.

Con la lectura de “La cabeza de mi padre” de Alma Delia Murillo, y la charla donde presentó su libro en la Feria Internacional del Libro Monterrey 2023, quedó en evidencia una vez más que el vivir sin un padre presente es una realidad para gran parte de las familias (el análisis es en México, pero probablemente aplique en todo el mundo) dejando vacíos que, a través de la reconstrucción autobiográfica, pueden irse completando.

La ausencia de padre en este libro se refiere al que abandonó el hogar por considerarse incapaz de seguir adelante, pero la reflexión avanza hasta los que, estando físicamente presentes, no se hicieron cargo emocionalmente de sus hijos.

Cuántas familias tienen de cabeza únicamente a la madre porque los padres carecen de las herramientas y la valentía de acercarse a conectar con sus hijos. Duele demasiado ver sufrir a un hijo, acompañarlo en sus luchas, contener, amar, ser una constante que brinde seguridad, que aliente, que anime, que abrace y que suelte… la alternativa –huir—surge como un recurso desesperado, que parece fácil pero nunca lo es. Huir no es solo irse de la casa, es refugiarse en el trabajo, en las pantallas, en relaciones extramaritales, en parrandas… es distraer y nublar la mente cuando no saben, no pueden, no quieren hacerse cargo.

La ausencia del padre deja un vacío en los hijos, en el caso de este libro, en una hija que relata su camino para intentar dar cierre repintando la cabeza que tiene desdibujada en su memoria. Por lo que este relato hace eco especialmente en las mujeres sin padre, en las que crecieron deseando esa protección, ese cariño y acompañamiento. Son mujeres, que de jóvenes y adultas, siguen en la búsqueda de la figura paterna en sus relaciones de pareja, en mentores o figuras de autoridad que suplan esa necesidad no cubierta.

Como Alma Delia mencionó, no quiere decir que escribir este libro la haya sanado, pero la ayudó a integrar su historia y eso, considero que es bastante terapéutico. El acto de poner con valentía una palabra tras otra, es un acto que desafía al destino que llama a perpetuar patrones y creencias, a callar y sepultar en el olvido el dolor, que aún separado de la consciencia, tenderá a colarse a través del cuerpo y de la mente en síntomas y enfermedades que gritarán lo que se intenta dejar atrás.

El exponerse a contar aspectos tan duros de su biografía, es quizá lo que refleja mayor fortaleza en Alma Delia Murillo, y es precisamente lo que ha permitido conectar con tantas mujeres. Poder mostrar su vulnerabilidad es el arma secreta que hace a una mujer poderosa: ser imperfecta, haber sufrido, estar maltrecha y estar en la lucha, atreverse a decir y a través de su relato ser espejo de tantas otras que puedan empezar los caminos hacia sus propias reconstrucciones vitales.

Ella se apoyó en la psicoterapia. “No exagero si afirmo que la terapia me salvó la vida”. Imagino a su terapeuta como su escudera acompañándola y brindándole las herramientas para atravesar las dificultades, siendo su apoyo y compañía en un viaje que más que a Michoacán, era a su interior. Ella dice después de su trabajo terapéutico “la historia era la misma, pero yo había movido el lugar desde donde la veía. El verdadero milagro es cambiar el punto de vista”.

Veo de forma cotidiana en mi consulta pacientes con padres ausentes, víctimas de violencia y muchas situaciones complicadas que se dan como consecuencia de una sociedad que no ha madurado hacia la equidad. Hoy platiqué con una de ellas sobre este libro. Vi sus ojos brillar al sentir esperanza de que también su historia dará un giro y su vida se llenará de un nuevo sentido al tener el reto de resignificar lo que ha vivido.  Me emociona a mí también acompañarla a ella y a todas las que me confían este trabajo, a seguir su intuición y aventurarnos en el viaje hacia dentro y hacia cambios que no solo las muevan a ellas, sino a su entorno.

Ojalá que avancemos como humanidad para facilitar el que se pongan las cabezas de los padres ausentes de vuelta en su lugar. Es un trabajo arduo encaminado a cambiar los paradigmas del patriarcado y modificar prácticas machistas que los alejan de la capacidad de estar emocionalmente presentes. Es una labor de escuchar autoras valientes, educarnos en la salud mental y atrevernos a dar el salto a nuevas formas de ser mejores seres humanos. Yo tengo la confianza de que sí se puede.

 


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