Cuando la apatía invade a los chicos

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Cuando la apatía invade a los chicos
Expertos llaman a poner atención en la fuerte indiferencia hacia la vida que predomina en niños y adolescentes, y que parece haberse reforzado por el confinamiento
Mariana Montes

Pareciera que al niño no le interesa nada: no sale a jugar con los amigos, ni le gusta asistir a la escuela ahora que retornaron las clases presenciales. Los papás hasta indican que no tiene deporte favorito. Solo quiere estar en casa.

Los casos así son cada vez más frecuentes, afirman especialistas en el cuidado de la salud mental.

“Me toca en consulta ver a papás alarmados. Llegan porque sus hijos, niños y adolescentes, dicen frases como ‘No me importa’, ‘No quiero nada’, ‘Me siento vacío’, ‘Nada me ilusiona’. Es una apatía”, indica Lorena Morales, psicóloga clínica y psicoterapeuta.

“Es una indiferencia preocupante y reflejada en todos los ámbitos: no quieren estudiar, no quieren colaborar en casa, con las tareas en las que les pides ayuda, no quieren hacer deporte”.

El psicólogo Javier López, especialista en terapia de menores, añade que, si bien la pandemia de Covid-19 es un factor, esta preocupante situación había sido observada desde antes de la contingencia sanitaria. Por eso, añade, llegar a la raíz del problema involucra una examen profundo de lo que ocurre en el hogar.

 

FIGURAS PATERNAS

 

Según la psicóloga Morales, una pieza clave para entender por qué los niños y los adolescentes parecen estar sin brújula es la ausencia de las figuras paternas, quienes podrían estar inmersos en múltiples ocupaciones y responsabilidades diarias.

“La pregunta fundamental es: ¿Dónde están los papás? Observo una falta de conexión de los adultos con los hijos, de tiempo de calidad con ellos, y por esto no los enseñan a conectarse con los demás”, explica el experto.

“Estas conexiones son sumamente importantes porque crean el espacio donde los chicos pueden expresarse, hablar de emociones, sentirse contenidos, valiosos. Pero cuando sienten que nadie los ve o está al pendiente, que a nadie les importan, comienzan a desconectarse del mundo. Entonces, la conexión es como la antítesis del vacío”.

Otro elemento a considerares el uso desmedido de redes.

“Se han convertido en una especie de refugio. Plataformas como YouTube, Instagram o TikTok presentan imágenes rápidas y constantes que estimulan, pero también alejan de la convivencia presencial, del encuentro, la cultura, de tener intercambios significativos con los demás”.

López coincide en estos puntos y agrega más factores a la lista:

“También consideremos el estilo de vida apresurado. Es decir, el ritmo de todas las actividades es rápido, desde la hora de la comida hasta ir a la escuela. Eso hace perder espacios para motivar la creatividad, compartir, hacer arte, jugar un deporte a gusto, disfrutar la naturaleza.

“Por otra parte, la pandemia aceleró la era virtual donde todo lo haces a través de la pantalla. Aumentó la vida sedentaria: vemos videojuegos o películas. Parece que algunos chicos no quieren volver a ritmos anteriores”.

Aparte, López nota un bajo sentido de la trascendencia y utilidad. Aquí particularmente, ahonda, muchos menores notaron con preocupación cómo sus papás se quedaron sin trabajo durante los primeros meses de la pandemia, haciendo que duden sobre sus posibilidades de triunfar profesionalmente.

“Parece que ahora avanzan con más temor. Me tocó escucharlo en la consulta. Por ejemplo, un niño me dice que quiere ser ingeniero, pero tiene miedo de que, si alguna vez todo vuelve a cerrar, su profesión sea no-esencial y se quede sin trabajo. ‘Entonces, ¿qué estudio o para qué estudio?’, me dicen”.

 

 

 

Adiós indiferencia

 

Los psicólogos Lorena Morales y Javier López señalan que los padres de familia tienen en sus manos numerosas herramientas para sacar a sus hijos del estado de indiferencia y apatía.

Encuentra aquí algunas de ellas:

 

– Haz tiempo para tus hijos. Esto va mucho más allá de compartir una cena ocasional. Debe ser un espacio recurrente para la escucha activa, donde brindes validez a las ideas y los sentimientos de los menores.

“Aquí es importante no brincar a dar nuestros puntos de vista, sino dejar que expresen sus pensamientos y emociones. Es no solo acercarnos a ellos para corregir o regañar, sino para mostrar nuestra admiración y respeto por ellos”, explica Morales.

“Tampoco es imponer lo que pensamos que es mejor, sino acompañarlos para que solitos descubran sus gustos y pasiones”.

– Facilita espacios para la meditación, el mindfulness y el ejercicio en general. Esto es para que puedan desconectarse, aunque sea momentáneamente, de la vida apresurada.

– Contribuye a generar una red de apoyo. Es normal que los chicos no busquen a los papás para expresar dudas sobre diversos temas, desde amistades hasta las primeras relaciones de pareja.

“Invito a que nos aseguremos de que (los menores) tengan adultos de confianza que los puedan orientar. Pueden ser abuelos, tíos, padrinos”, expresa Morales.

López dice que, cuando los jóvenes no tienen dichas redes, recurren al internet para dudas. Por ello, lo mejor es tener la tranquilidad de que sus fuentes son personas maduras.

– Ayuda a que tengan metas y descubran sus talentos. Esto contribuye a tener un sentido de propósito en la vida. Si los hijos aún no descubren qué les gusta, puedes inscribirlos en actividades en las que has notado afinidad y habilidad. Pueden ser desde hobbies deportivos hasta de ingeniería, artísticos o culturales.

– Haz que salgan con amigos. Si aún percibes riesgo de contagio de Covid-19, promueve que tus hijos vean a sus compañeros en grupos pequeños.

“Ojo, digo que estimulemos la convivencia presencial, no virtual. Los chicos necesitan el contacto físico, no sólo visual. Necesitan interactuar, sentir el abrazo de sus pares”, apunta López.

– Limita el tiempo que pasan en internet. Es decir, establece horarios para que naveguen en las redes sociales. También pon candados, así controlas los contenidos a los que tienen acceso.

– Estimula su creatividad. Promueve actividades que pongan a trabajar manos y mentes. Puede ser desde cocinar juntos, hasta pintar un cuadro, reacomodar la recámara de una manera más atractiva o involucrarse en jardinería.

 

 

 


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