Lidiando con lo incierto
“La incertidumbre es la única certidumbre que existe,
y lo único seguro es aprender a vivir con la inseguridad”.
John Allen Paulos, matemático.
El 2018 se está terminando y, entre toda la gama de emociones que despierta el inicio de un nuevo año, y en este particular momento de la historia, percibo en las sesiones de terapia, en los cafés, en las oficinas, una evidente sensación de incertidumbre, siendo tema de discusión y generador de anticipación y preocupación de muchos: “¿qué va a pasar con el país?, ¿qué va a pasar con el mundo?, ¿qué sigue?”…
Partiendo de la definición de la Real Academia Española, la incertidumbre es “falta de certidumbre”, que ampliada es una “falta de seguridad, de confianza, de certeza sobre algo, especialmente cuando crea inquietud”.
Dependiendo de las características de personalidad, la historia y situación particular de cada individuo, la inquietud ante lo desconocido tiene distintas manifestaciones que van desde una ligera ansiedad hasta la tristeza, el enojo y el miedo paralizante que pueden manifestarse de manera somática, por ejemplo, con los cada vez más frecuentes ataques de pánico.
Uno de los problemas principales de no tolerar la incertidumbre, es el que nos lleva a retraernos y quedarnos con la seguridad de lo conocido cuando hay mucho que ganar si asumimos los riesgos de actuar hacia adelante. Son frecuentes las maniobras evasivas y el alimentar los miedos, las quejas, el idealizar el pasado y el mantenimiento de un status quo disfuncional, que solo genera un desgaste enorme con el costo emocional que lleva implícito.
El deseo de controlar lo incierto es parte del instinto de supervivencia humana, y por tanto, invito a verlo como una fuerza que se puede controlar y dirigir de manera positiva. La ansiedad podemos utilizarla como la alarma de un despertador que nos invita a actuar. La forma en la que la utilicemos será producto de procesos de pensamiento, tanto individuales como colectivos, que pueden controlarse y manejarse de tal forma que nos alejen de la catástrofe –real o imaginada—y más bien nos lleven a soluciones y a poder disfrutar más el presente.
¿Qué podemos hacer para convertir la incertidumbre en una fuerza positiva?
- Haz un alto para identificar las emociones que te genera lo incierto y cómo se relacionan con tu historia y los patrones que has aprendido. El autoconocimiento es el primer paso para poder hacer cambios en la manera de afrontar la vida. Como repito frecuentemente, lo que se puede nombrar, se puede manejar.
- Céntrate en tus fortalezas y en lo que haces bien más que darle vueltas a lo que puede fallar en ti y en los demás. Habrá que poner el foco en lo que sí funciona.
- Infórmate de fuentes confiables sobre aquello que te genere inquietud. La desinformación, así como la recepción y transmisión de mensajes alarmantes por medio de las redes sociales, es una causa importante de estrés.
- Crea un plan de acción de acuerdo a tu situación personal. Plantea los diferentes escenarios y crea estrategias para afrontarlos.
- Evita la procrastinación y toma decisiones que te vayan ayudando a dar pasos hacia metas que te brinden claridad y seguridad, así como un aumento en la sensación de control.
- Visualiza un futuro optimista y comunícalo a quienes tienes cerca. Tanto el pesimismo como el optimismo se contagian y crean “profecías” que se cumplen al pie de la letra.
- Cuida tu salud física: sueño, alimentación, ejercicio físico, descanso y esparcimiento, que son el marco en el que se da una buena salud mental.
- Para quienes tienen una vida espiritual, la oración y/o meditación son fuentes de paz y ayudan a poner las cosas en perspectiva.
- Aprende a soltar y dejar espacio a la improvisación. Recuerda que las crisis nos sacan de nuestra área de confort y nos llevan a ser más creativos. Aprovéchalo como ocasión de cambiar de perspectiva e impulsar áreas que tenías dormidas.
Hagamos las paces con la incertidumbre, que inevitablemente será nuestra compañera de viaje, y usémosla a nuestro favor. El no saber qué va a pasar puede ser lo que le de sentido a la vida, y nos mantenga buscando, deseando, cuestionando, explorando… Veámosla como un reto, y a la vez como fuente de humildad y libertad; vivamos con esperanza y confianza en que, si acaso nos toca una experiencia difícil, podremos enfrentarla airosos. Promovamos mejores escenarios para nuestras vidas y las de nuestro país. Estemos atentos a las posibilidades y las salidas se nos irán presentando en el camino.
Publicado en la revista BCM No. 90 Dic. 2018/En. 2019